¿De qué hablamos?

Adolescentia y depresión

La depresión en la  adolescencia es frecuente y se debe tomar en serio. La adolescencia es un periodo más sensible para estos estados de ánimo como la depresión.

Estar triste de vez en cuando es parte de la vida: es una reacción normal a la separación, al duelo, al fracaso, a las dificultades momentáneas.

La depresión es un estado de tristeza que no pasa por sí mismo, que dura y provoca  una pérdida de interés para realizar actividades. Los síntomas son ansiedad general, estrés, trastornos del sueño, fatiga severa, dificultad para concentrarse, dificultad para tomar decisiones, falta de deseo, falta de placer, pensamientos negros, etc.

Es cuando  ya no queremos nada,  nos aislamos, nada nos hace felices,  nos sentimos inútiles o incluso queremos acabar con nuestra vida.

Cuanto antes se diagnostique, se podrá tratar mejor, se debe consultar a un profesional psiquiatra o psicólogo.

A veces los jóvenes pueden pensar que sería más fácil desaparecer, que esto resolvería los problemas. La muerte es a menudo vista como un medio de apaciguamiento, una salida para poner fin a este sufrimiento, es cuando la persona joven piensa que ya no tiene otra opción que el suicidio.

Sin embargo, el suicidio no es una opción.

Es importante que la persona pueda confiar en un profesional que le ayude a entender lo que sucede en ese o esos momentos y le ayude a encontrar su camino en este período de crisis.

Es el uso de drogas licitas como el alcohol y el cigarrillo, de forma ocasional o en eventos especiales, recordando que el consumo de las sustancias no afecta por igual a todas las personas, inciden diversos factores como el peso, el sexo, la edad, el consumo previo de alimentos (con grasas, agua, menos sal) y la forma en que se produce dicho consumo.

El miedo es una emoción que se produce cuando se tiene la sensación de peligro o amenaza, ya sea real o imaginario, es probablemente la emoción base de todas las demás que nos generan incomodidad.

Es normal que sintamos miedo frente a nuevos desafíos o situaciones desconocidas, pero cuando no sabemos gestionar ese miedo, nos puede paralizar y crea barreras que no nos permiten desarrollarnos por completo.

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